Tana Palafox

Lo más probable es que haya tenido más de una conversación con sus padres sobre sus amigos. Tal vez aceptaste sus consejos con amor y confianza, o tal vez peleaste y discutiste con ellos por un amigo que tenías y no aceptaron.

 

1.     La primera razón es obvia. Bíblicamente Dios nos dice que debemos tomar nuestros padres en cuenta, respetando y escuchándoles en todo.  Los padres si tienen todo autoridad para decirnos a nosotros sí o no si nuestros amigos nos convienen o no.  (Éxodo 20:12; Efesios 6:1; Colosenses 3:20) Si todos somos de la misma fe en Dios y confiamos y obedecemos a Dios en lo demás partes de nuestras vidas, escuchándoles su opinión sobre nuestros amigos es importante. 

2.     Toma la vista a largo plazo.  Hemos estado con los padres desde el nacimiento, y estarán con nosotros toda la vida. Los niños crecen, los adolescentes dejan de rebelarse y los padres aprenden a relajarse un poco. Tomamos los consejos (aun los que no nos gusta) con paciencia.  Debemos recordar que en la vida todos cambiamos y cosas importantes hoy tal vez no serán importantes mañana.  Es un punto de vista más maduro.  Debemos pensar en esto, tomar tiempo para orar y escuchar a Dios.  Pensamos en lo larga y vigilamos cosas, además de ser lo suficientemente honesto como para admitir que nos podemos equivocar.

3.     No es sobre nosotros. A veces no nos gusta la forma de pensar de nuestros padres o una forma diferente de entender a las amistades. Eso se puede traducir en una aversión irrazonable de los padres. Tratamos de ser honestos con nosotros mismos: ¿No nos gusta lo que están pidiendo los padres porque ellos no tienen razón o porque no queremos admitir que estamos equivocados?

4.     El tiempo que dedicamos a los amigos; dedicamos también para conocer nuestros padres. Hablamos con ellos, tomamos el tiempo de escucharlos e interesarnos con sus vidas también. Vamos a hablarlos un poco más sobre lo que está pasando en nuestras vidas. Lo mismo ocurre con los adolescentes. Recordamos que la relación que tenemos con ellos es muy importante y queremos ser amados por ellos también. (Mateo7:12) Además, podemos descubrir que la persona más genial está sentada a la mesa de la cocina tomando una taza de té con nosotros.

5.     Seamos vigilantes y pensativos de lo que está pasando. Si el disgusto de nuestros padres se basa en algo tangible y dañino, como la intimidación, el exceso de influencia o los comportamientos peligrosos, debemos ser honestos y escuchar lo que nuestros padres nos están diciendo. Seamos honestos cuando algo está mal es mejor verlo y pedir ayuda para ver cómo salir de la amistad dañosa. Si eso lleva a la conversación a nuestra propia participación, no vamos a culpar a nadie más; alegramos de que nuestros padres confíen en nosotros y mejor concentramos en su ayuda.

Los padres nos aman y están para nosotros.  Tomamos el tiempo de sentir ese amor y escucharlos.