Maribel Preciado
Enfocada estaba, en como trasmitir a mis hermanas, las dimensiones espirituales en las cuales puedes crecer, desarrollar tu relación con Dios, dibujaba los cuadrantes que van de lo social, académico, practico, a lo místico… Cuando mi amiga, la anfitriona me interrumpe e insiste: “Mary, ¿cual es titulo de tu clase? La verdad no tenia ninguno, pero ella insistía, así que le dije: “Olor Fragante”, luego regresé a mi meditación de como poder trasmitir a mis hermanas y amigas, la importancia de caminar en estos cuadrantes; vuelve mi amiga muy agitada, Mary, me dice, ¡el versículo! Pensé, “un solo versículo no encierra la idea que quiero compartir”, pero ante su insistencia le dije:
“Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable perfecto”.
Romanos 12:1-2
Después que ella, muy animada envía sus mensajes, correos, textos, y se pone a trabajar en un letrero, para decorar el escenario de la actividad, un tiempo de te, para damas; pensé, Ups! Ese texto, no tiene la expresión “Olor fragante…”
Recuerdo el olor a sopa, en Colombia se le llama sancocho, que hacia mi abuela Aura en su patio. Un olor maravilloso, luego los colores de los vegetales, el sonido de la leña, las risas alrededor de la gran olla, ya manchada por el uso, es algo que guardo en mi memoria como un tesoro. No era en si, el olor de la sopa, ese olor me transporta a un momento que no volverá mas, los adultos se distraían tanto con la música, la charla, la comida, que nos dejaban a mi hermana y a mi, correr tras los gallos de pelea de mi abuelo, jugar con la tierra, y nadie nos decía nada.
Un olor maravilloso, un momento inolvidable…
Compartía con las mujeres allí reunidas, acerca del olor que le gusta a Dios, el olor que somos, cuando somos de Cristo, el mejor aroma. Las anime a transformar el ambiente donde entren, que su presencia se note, porque la fragancia de su amor, su servicio, su misericordia, su ejemplo perdure aun mucho tiempo después que salgan de ese lugar.
“Me gusta mi propio olor” dijo una, mientras todas se reían, otra dijo: “me gusta el olor cuando limpio la casa, a fabuloso del azul y entra mi esposo y mis hijos y todos suspiran ante el aroma”, otra dijo: “me gusta el olor de lluvia cuando deja la tierra mojada…”
Estoy meditando tanto en este tema, que ya compartí esta misma clase en tres ambientes mas…y cada vez descubro que el olor es algo maravilloso, un regalo de Dios.
En uno de los grupos, una amiga se soltó a reír fuerte, mientras decía: “mi olor favorito es el de arepa quemada”, ella nos compartió como su mama, con tantos hijos, corría a cambiarlos, y casi siempre se quemaban las arepas (arepa es parecida a la tortilla, algo muy típico de Colombia y Venezuela). Ella nos comento, como ahora cuando siente ese olor, recuerda el sacrificio de su mama de atenderlos a todos.
Un grupo de mujeres, mas maduras, hicieron estos comentarios: “me gusta el olor de las flores, de un buen perfume”, una en particular se le salían las lagrimas mientras recordaba….
Mary, me dijo “cuando mi hija estaba pequeña, y su papa nos había dejado, yo salía a trabajar y ella lloraba sin parar, su abuela, no hallaba que hacer para que ella se callara…entonces un día tomó una de mis camisas, la doblo y se la puso en los hombros, la nena se logro calmar al sentir mi aroma…”
Una de las mujeres del segundo grupo, de las mas jóvenes, callaba, mientras las demás hasta cerrando sus ojos decían “el olor al café, el olor a jazmín”, me sentí triste, pues ella no participó y se notaba ausente. Hace poco estuve en una reunión, ella se sentó a mi lado, y me dijo, “Me dio tristeza cuando todas recordaban olores, y lo único que le pedí a Dios, en silencio, si tan solo pudiera recordar el olor de mi mama…anoche tuve un sueño, era con mi mama, la abrace y sentí su aroma…muy real”.
Creo que la lección de las dimensiones de la espiritualidad, y la conexión constante con Dios, la recibí yo, y mientras escribo agradezco a Dios, por poder verle a través de las historias de mis hermanas y amigas.
Mi abuelo paterno murió cuando tenia 9 años, corrían a buscarme y me encontraban en su silla mecedora favorita, acurrucada en ella, quería sentir su aroma, y nunca olvidarlo. Me escondía allí.
“Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento. Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden;”
2 Corintios 2:15
Estos escritos forman parte del libro: “Escenarios”, por Carlos y Maribel Preciado