Leonor Rojas
Siempre he admirado profundamente mis raíces mexicanas, pero vivir en un entorno donde es frecuente encontrar a personas que mantienen viva su lengua maya me emociona, por ello no dude en tomar clases de lengua maya, aunque no me ha resultado muy sencillo debo reconocerlo, pero con ello buscaba tener cierta conexión, acercamiento y servicio a una comunidad que me parece hoy en día rica en historia y admirable pero también dolida y aislada; así que me acerque a mi profesor de lengua maya Román Pat para que me respondiera una pregunta, ¿cómo es la relación de los mayas con Dios actualmente?, mi profesor es un maya parlante originario de un pueblo indígena maya al sur de Quintana Roo, Yaxley; en la mayor parte de pueblos de esta región, los que son originarios se comunican en lengua maya, inclusive algunos ancianos no saben hablar español; algunos de éstos fueron testigos o descendientes de quienes lucharon en un movimiento histórico “La Guerra de Castas” (se trato de un levantamiento maya en contra de los blancos quienes los explotaban y cometían todo tipo de abusos en su contra entre 1847 a 1901); muchos de los actuales habitantes son descendientes de quienes lucharon en ese movimiento pidiendo justicia, como Don Abundio Yamá de 112 años, uno de los últimos testigos vivos de esa guerra dolorosa.
Al contarme esta historia mi profesor también reconoce el dolor que sintieron los mayas al no ser defendidos y escuchados por los líderes de la Iglesia de ese entonces, hasta que ellos mismos hicieron justicia con su propia mano es cuando el clérigo interviene, pero a favor de los blancos, por ello durante mucho tiempo su relación con la iglesia fue distante y llena de resentimiento; sin embargo, Dios avanza como lo cita Dallas Willard en Renueva tu corazón, sé como Cristo: Dios se mueve de manera periódica entre su pueblo y la cultura que lo rodea para conseguir sus propósitos eternos durante este diminuto espacio de tiempo cósmico que llamamos ¨historia humana¨.
Y así escuche a mi profesor dar testimonio de un profundo amor y gratitud a Dios a más de 100 años de esa Guerra de Castas, sus palabras están llenas de testimonios en dónde Dios siempre ha estado muy cerca de él, de hecho su comunicación con Dios, es en lengua maya… Yuum tin wetel ts´aten a muuk (Dios conmigo, dame fuerza), son las palabras que él cita para compartir su cercanía y confianza a ese Dios bueno que esta siempre con él. Por supuesto que tiene la biblia escrita en lengua maya, pero también se apoya en muchos textos y libros en español, de diferentes autores y religiones que lo han formado espiritualmente; ahora entiendo a lo que se refiere también Willard cuando cita al surgimiento de una identidad cristiana que es nueva y al mismo tiempo antigua: una identidad que supera las líneas denominacionales y las fronteras nacionales y naturales.
No hay resentimiento en las palabras de mi profesor al recordar a los verdugos de sus ancestros mayas, sólo encuentro una profunda admiración a sus antepasados y hoy los honra mostrando a otros su mundo, su historia, su lengua; aún así también lamenta no ver en todos sus hermanos de linaje maya una fuerte presencia de Dios en sus vidas; es con mucho amor y congruencia como él reconoce que podemos acercarnos a una comunidad maya que poco a poco empieza a sanar las heridas del pasado, su necesidad de identidad espiritual quizá explica porque hay tanta diversidad en religiones en esta región, pero para él, Dios no divide, Dios se manifiesta a todos en diferentes formas.
En esta historia, percibo tanto amor, tanta gratitud, perdón sincero y confianza plena en Dios que seguirá avanzando sin importar la cultura, la lengua, la lejanía, la historia. Que afortunada soy, que muestra de amor y lealtad hacia Dios vi en mi profesor de lengua maya, él me ha enseñado más que su lengua en un solo momento.