De la celebración de la disciplina, a la disciplina de la celebración.

ERK G BOBADILLA

Mi andar espiritual, me ha llevado a senderos que jamás imagine; desde el legalismo en iglesias donde poco importaba el individuo y su humanidad, hasta el libertinaje de no tener reglas. Hasta que un buen amigo, me hizo la invitación a sumarme en un sendero que cambiaría la existencia de todo, Las disciplinas espirituales.

El camino en ese viaje, ya lo relatare en otra ocasión, esta vez, quiero relatar algo que para mí fue un parte aguas en mi entendimiento del, amor, gracia, misericordia e infinita deidad de un Dios que descubro a cada día.

En un principio, mi autopercepción de mi ante los ojos de Dios, estaba lleno de lo que me lastimó en la tierra, y aunque mi trabajo de alma me llevo a perdonar y descubrir heridas, no me daba cuenta como estaba relacionado y afectando mi propio gozo, pensaba cosas como “No soy digno, No lo merezco, hice mal hoy y seguramente Dios está molesto, falle y llegue tarde, eres insuficiente, no vales la pena, no tienes saciedad en nada” la manera en que esto se demostraba en mi vida, es no tener gozo, no tener felicidad, no disfrutar de mi familia ni amigos, reflejar mis propios juicios a otros y de igual manera pensar que nadie era suficiente para mí.

Fue en aquel entonces, donde la debilidad de mi ser, fue usada por Dios para mi propia bendición (Mateo 11:28) Ore por ayuda y Dios respondía, con un grupo de amigos que me invitaba a sumarme a tiempos disciplinados con Dios, a incluir a Dios en toda la extensión de mi vida.

Leía entonces, Emocionalidad espiritualmente sana, veía como era algo que no solo me agobiaba a mi si no a demasiada gente, puse atención a de qué manera me expresaba, como me quejaba, como no disfrutaba de lo bueno y mucho menos de lo malo. Me causo tristeza porque no me gozaba ni siendo bueno y tampoco en mis errores, pero iba más allá, tampoco me gozaba de la amistad, de mis padres, de mis hermanos. Porque en todos ellos, buscaba perfección, control y ni cuando salían las cosas bien, me gozaba.

Descubrí que la celebración también es una disciplina; una disciplina que engloba muchas bendiciones para tu vida, te enseña a entender más el actuar de Jesús en la tierra, su gracia sobre la imperfección y sentirte bendecido aun y en lo que consideramos adversidad.

Cuando Jesús llamo a sus discípulos, sabía que tendría un traicionero, uno que lo negaría, un joven inexperto, aquellos que se alejarían y también el que lo perseguiría en vida y aun en ellos se gozó, celebro y disfruto. Pienso en la última cena mientras escribo, él sabía las cosas que acontecerían y aun hizo un gran festejo para los suyos, se gozó y celebro por su vida y por su.

Me sentí bendecido, que podría hacer yo, para cambiar una milésima el amor que Dios tiene por mí, celebrar mi vida, mi imperfección y mis dones. Aun y cuando todos los días fallo a él, lo traiciono, lo cambio y lo niego y aun soy un pequeño joven en su reino. Su amor y gracia es inmovible.

Después de ese momento, pasaron semanas y tal vez un par de meses para que yo pudiera entender lo que ese momento de alumbramiento me dio. Después el cambio en mi ser vino paulatinamente, fue difícil, nada fácil, una verdadera disciplina espiritual. Dejar de querer controlar prácticamente todo en todos, gozarme de un día soleado y uno nublado, de las vacas gordas y flacas, todo realmente un desafío.

Pero acompañar esta disciplina con amigos que me motivaran, Dios y disciplinas que me tenían en constante comunicación con él, me bendecía en gran manera.

Celebrar a mi familia, aun y cuando había de todo, vaya, un dicho que corre en mi familia “En la viña del señor, de todo hay” y ¡valla que sí! Pero una vez logrado, el desapego y la frustración cada día van disminuyendo.

Celebrar a mi novia, prometida y futura esposa, verla como única, hermosa y especial, como la persona con la que Dios me bendijo y puso para mi camino. Después de tormentas y desentendimientos, de interminables peleas a entender su andar, celebrar su disposición a una vida con Dios y respetar su camino mientras hacemos uno solo. Y ustedes los lectores casados, sabrán que, en efecto, es una disciplina compartir tu vida cuando provienes de voluntad individual, pero me bendijo con una relación más estable, desapegando el control y cediendo a intereses que jamás pensé que cedería por considerarlos inmutables.

Celebrar mi trabajo, dentro, mis fracasos y éxitos, esta parte está llena de mensajes y heridas, pero liberarte de ellos, te da inteligencia y diligencia en la manera en que te diriges en tu trabajo, logras llevar mejor las relaciones laborales y siempre tienes consiente que nunca será perfecto, me libero de enojo, frustración y ansiedad.

Celebrar a mis amigos, tal vez considero, la parte más difícil en mi proceso, ya que, ningún amigo es igual y ningún amigo tiene o debe cambiar por ti ni para ti, si no, realmente creo que ya no sería una amistad, en ese sentido, ¡entender que cada amigo tenía una historia, una cultura, una cosmovisión y celebrarlos por el solo hecho de bendecir mi vida con su tiempo y amistad fue fascinante!

Después viene celebraciones que no son menos importantes ni menos disfrutables, la celebración de nuestra ciudad y país, de nuestra comunidad, de nuestra sociedad, para mí, me dio demasiada claridad para respetar a todos los seres por el solo hecho de existir y ver en ellos un pedazo de Dios en esta tierra.

Concluyendo, la disciplina de la celebración no viene sin antes, empezar a celebrar la disciplina. Tener la voluntad de poner toda tu carga en lo que Dios tiene para ti y aprender día a día paso a paso, a gozarte en él, a gozarte en tu debilidad que, en ella, ¡Dios se fortalece en ti! Empezar siempre donde estés y como estés, ahí se inicia la disciplina, descubriendo cada minuto en soledad, en oración, en contemplación como Dios te celebra siempre y siempre es un buen momento para ir a Él y empezar tu camino, que pronto llegará la celebración a tu vida y se hará una disciplina que te llena.

LE LLAMO YO, LA DICIPLINA DE LA CELEBRACIÓN

Lucas 15:22-24

Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro engordado, matadlo y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron a regocijarse.

Dense un respiro, festejen que Dios les ama y celebren a todos aquellos que los rodena, bailen y griten de alegría, que Dios celebra y se goza por su vida. Hazlo ahora, abraza a los tuyos, invítalos a celebrar y prueba un pequeño bocado de la celebración .

ESCRIBI ESPERANDO QUE TE BENDIGA