Carlos Preciado
“Después, el Señor Dios plantó un huerto en Edén, en el oriente, y allí puso al hombre que había formado” Génesis 2:8
Hace poco aprendí que el Rabí judío, cuando abre las escrituras de la Torah, es como si se encontrara en el jardín con Dios. De la interpretación judía PaRDeS; viene la idea de estar en un huerto o jardín cercado, donde te encuentras en la presencia e intimidad con Dios. De hecho, esta palabra viene del siglo 12 y esta compuesta por cuatro diferentes palabras, utilizando la primera letra de cada una. Pashat, Remez, Duresh, y Sud. Cada una de estas palabras son como un escalón en la interpretación del texto. Peshat tiene que ver con el significado mas tácito o literal. Remez da una pista de lo que el texto esta hablando, Duresh es una manera mas devocional con aplicaciones personales y Sud tiene que ver con lo místico o misterioso.
En realidad, todo esto de la interpretación judía, me ha abierto un poco más, a la idea de poder encontrarme con Dios en el jardín. Si estoy hablando de ese jardín, donde por primera vez fue puesto Adán por Dios. El lugar físico no es tan significativo, aún cuando tu puedes buscar un jardín literal. Sino el momento sagrado, donde solo tu y Dios se encuentran en un tiempo, que por medio del silencio y la contemplación de su creación puedes no solo verle sino escucharle.
Recientemente nos mudamos a una comunidad que esta rodeada con una muralla. Solo pueden entrar los que viven aquí y en su mayoría son judíos. Por todos lados a donde puedas observar diversas flores, plantas, arboles, que son alimentados por los diversos lagos y cascadas. Puedes también apreciar un sin numero de aves, mariposas, iguanas, mapaches, ardillas, entre otros animales mas domésticos.
La casita tiene dos pisos y la cocina que esta en la planta baja, tiene una puerta corrediza de vidrio que se abre a un pequeño espacio el cual hasta hace poco era un lugar abandonado, lleno de tierra y piedras.
Mi esposa le comunico a un hermana, cuando vino a la casa por primera vez a visitarnos, que a ella le gustaría volver ese lugar en un jardín de oración. La verdad es que vivimos dentro de un gran jardín ahora mismo. Sin embargo, algo que para nosotros fue asombroso ocurrió.
Conocemos a Samuel hace mas de ocho años. No tenemos una relación tan cercana, sin embargo, de vez en cuando hablamos. Samuel tiene su propia compañía de jardinería. Se especializa en sembrar plantas de las mas exóticas, a las mas comunes de una manera artística. Este muchacho tiene un gran talento y visión para transformar espacios muertos, en lugares donde se respira vida.
El jueves pasado, Samuel nos llamo y dijo que venia a vernos, porque quería regalarnos unas plantas. Nosotros nos pusimos contentos con el simple hecho de que recibiríamos unas plantas, para poder arreglar el lugar. Samuel se tardo en venir y aquí a donde vivimos, hay reglamentos que dicen que un vehículo de compañía no puede entrar después de las seis.
Eran mas de las seis y Samuel no había llegado y me puse a orar para que lo dejaran entrar. Samuel finalmente llego y gracias a Dios, lo dejaron pasar. Cuando se estacionó me di cuenta de que traía mas que unas plantas, las cuales por cierto son nuestras favoritas, buganvilias, cayenas y unas brome lías únicas en su genero. Además, nos trajo pajote color café obscuro, para cubrir y adornar el resto de la tierra. Mientras platicábamos con el, Samuel hacia un jardín. Ese jardín, ese lugar quedó hermoso con mucho color y sobre todo mucho amor.
Jesús también llevo a sus discípulos al jardín. La escritura nos dice:
“Después de decir esas cosas, Jesús cruzó el valle de Cedrón con sus discípulos y entró en un huerto de olivos. Judas, el traidor, conocía ese lugar, porque Jesús solía reunirse allí con sus discípulos.”
Juan 18:1-2
“Fueron al huerto de olivos llamado Getsemaní, y Jesús dijo: «Siéntense aquí mientras yo voy a orar».”
Marcos 14:32
Evidentemente Jesús llevaba a sus discípulos con frecuencia a ese huerto a donde oraba. Ellos conocían el lugar de encuentro con Jesús. Así mismo y como en el principio, siento que Dios nos dio un jardín en nuestro hogar. Un lugar donde podemos encontrarnos con El. Un lugar apartado, cercado e intimo a donde esperamos verle, y escucharle y pasar muchos momentos divinos a su lado y en su presencia.
Por cierto, el nombre de Samuel significa Dios me escuchó y ahora sabemos que El escucho el corazón de mi esposa cuando le dijo a María “quisiera tener un jardín de oración”.